“Amianto” es un término que suele emplearse para referirse indistintamente a seis minerales metamórficos fibrosos presentes en el mundo de manera natural. Aunque cancerígenos, el desconocimiento de este hecho durante mucho tiempo hizo que la humanidad los explotara a todos comercialmente durante varias décadas del siglo XX. Incluido el crisotilo, comúnmente conocido como amianto blanco. En concreto, se empleó especialmente para el revestimiento de techos, paredes y suelos de viviendas y otros inmuebles.
Características del crisolito
El crisotilo es uno de los amiantos más utilizados por los seres humanos. Entre otras cosas, porque contiene unas fibras muy flexibles, lo que le proporciona mucha versatilidad. De hecho, y durante las décadas en que el amianto no estaba prohibido en nuestro país, podía encontrarse incluso dentro de la industria textil. Pero eso no es todo: las características del crisolito van mucho más allá.
Entre otras cosas, hablamos de un mineral incombustible. Eso significa que no puede arder y, por tanto, que es un protector contra los incendios. Además, también presenta insolubilidad, una gran resistencia eléctrica y una gran resistencia al desgaste provocado por los agentes ambientales y el paso del tiempo. Es por ello que tantas empresas lo usaron durante tanto tiempo.
Dónde se puede encontrar el amianto blanco
Como ya hemos apuntado, el crisotilo es una de las variantes del amianto que más fue explotada en su día y por eso había tantos productos con amianto blanco. En primer lugar, estructuras de revestimiento para el suelo, para el techo y para las paredes. Estructuras que proporcionan un gran aislamiento térmico, eléctrico y sonoro.
En segundo lugar, otros muchos productos con amianto asbesto blanco como los forros de frenos de coches y otros automóviles, las juntas y sellos de las calderas, las tuberías, las cañerías, las bajantes, los conductos o incluso los electrodomésticos. Este mineral silicato considerado una serpentina tuvo muchas utilidades. Por suerte, fue prohibido en el 2001.
Paredes
Los materiales que conforman las paredes de un edificio son muy importantes puesto que contribuyen a las cualidades de aislamiento del mismo. Entre ellas, el aislamiento eléctrico y el aislamiento térmico. Esta es la principal razón de la explotación del amianto en general por parte de las empresas constructoras. Todos los minerales de amianto resultaban particularmente productivos en este sentido.
Suelos
Lo mismo ocurría con los suelos. Al igual que las paredes, la capacidad de aislamiento de los suelos afectaba de manera directa a la eficiencia energética de los edificios, a la estabilidad de la temperatura e incluso a los sonidos que se reproducían por los diferentes pisos. Hoy seguimos encontrando mucho crisotilo en suelos y debemos retirarlo conforme a la normativa nacional de retirada de amiantos.
Depósitos de agua
Aunque parezca sorprendente, entre los productos que contienen amianto blanco se encuentran muchos de los depósitos de agua de los edificios que se construyeron antes del año 2001. Pero que no cunda el pánico: el amianto solo es peligroso cuando el fibrocemento en el que van incluidos se encuentra en mal estado. Con una revisión periódica debería bastar para mantenerse protegido. O su retirada directa.
Aplicaciones industriales
Por último, y como hemos desarrollado antes, durante buena parte del siglo XX se fabricaron productos con amianto blanco para encapsular tuberías, cañerías, bajantes y otros conductos de las redes de saneamiento. Nuevamente, debido a sus características y propiedades naturales de aislamiento. Esto ya se terminó y dejaron de producirse artículos así, pero muchos de ellos siguen instalados en viejos edificios. Hay bastante trabajar por hacer para deshacernos de todo el amianto.