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Cuando pensamos en asbesto, a menudo lo asociamos con edificios antiguos o con equipos de seguridad pasados de moda.

Sin embargo, esta peligrosa sustancia puede aparecer en lugares inesperados, incluyendo nuestros cultivos.

En este artículo queremos ofrecerte un recorrido a fondo por la amenaza del amianto en los cultivos, explicando cómo llega ahí y qué puedes hacer al respecto.

Cómo acaba el amianto en la tierra

Es importante comprender que el amianto no se limita únicamente a las infraestructuras o a los materiales de construcción de las edificaciones.

Este mineral, conocido por su durabilidad y resistencia, puede ser encontrado en la tierra de múltiples maneras, tanto por procesos naturales como por acción directa del ser humano.

Contaminación natural

El amianto es un mineral que se produce de manera natural en la corteza terrestre. En ciertos lugares del mundo, las concentraciones naturales de este mineral pueden ser tan altas que representan un riesgo para los trabajadores expuestos al asbesto y, también, para los cultivos.

El proceso de erosión natural de las rocas que contienen amianto puede liberar estas fibras al suelo y al agua, permitiendo su dispersión en el medio ambiente y su eventual deposición en la superficie de los campos agrícolas.

Este fenómeno es especialmente probable en áreas geográficas donde existen altas concentraciones de asbesto en las formaciones rocosas, aunque puede ocurrir en cualquier parte del mundo.

Además, los desastres naturales, como terremotos, inundaciones o corrimientos de tierra, pueden contribuir a la liberación de amianto al medio ambiente.

Estos eventos pueden alterar las formaciones rocosas y liberar fibras de asbesto que posteriormente pueden ser transportadas por el aire o el agua hasta los campos agrícolas.

Contaminación antropogénica

Por otro lado, la acción del hombre también ha contribuido a la dispersión del amianto en la tierra. Durante gran parte del siglo XX, este material se usó de manera generalizada en una amplia variedad de industrias, desde la construcción hasta la fabricación de vehículos, gracias a sus propiedades de resistencia al calor y al fuego.

Los residuos generados por estas actividades a menudo contienen asbesto. Si estos residuos no se gestionan adecuadamente, pueden acabar contaminando la tierra.

Por ejemplo, si los escombros de una demolición de un edificio que contenía amianto se depositan en un vertedero inadecuado, las fibras de asbesto pueden liberarse al medio ambiente y acabar contaminando el suelo.

Además, las partículas de amianto también pueden ser transportadas por el viento desde lugares donde se ha manipulado o retirado el asbesto sin las precauciones necesarias.

Si estas partículas caen sobre campos de cultivo, pueden integrarse en el suelo, contaminándolo y exponiendo a las personas a este peligroso mineral.

¿Afecta el amianto a los cultivos?

Este material puede causar graves problemas a los trabajadores expuestos al amianto; todo esto es debido a la toxicidad del asbesto. La inhalación de partículas de asbesto suele derivar en enfermedades como el cáncer de pulmón, el mesotelioma y la asbestosis, entre otras.

Por este motivo, es fundamental evitar la exposición a este material en todas las situaciones posibles, incluyendo el trabajo agrícola.

En cuanto a los cultivos, el amianto puede adherirse a la superficie de las plantas, pero no se ha demostrado que sea absorbido en cantidades significativas por las propias plantas.

Sin embargo, los agricultores pueden inhalar o ingerir partículas de asbesto cuando manejan los cultivos contaminados, y el amianto en el suelo puede liberarse al aire durante las labores de labranza, cosecha y otras actividades agrícolas.

Qué hacer si hay amianto en huertas

Descubrir que tu huerto puede estar contaminado con asbesto puede ser alarmante. Como ya sabemos, este es un material peligroso que puede tener efectos adversos en la salud humana.

No obstante, existen varias soluciones a las que puedes recurrir si te encuentras en esta situación, las cuales te mostramos a continuación.

Echar tierra por encima

Una de las estrategias más sencillas para mitigar el problema del amianto en el suelo es añadir una capa de tierra limpia encima de la zona afectada.

Esto puede prevenir que las partículas de asbesto se liberen al aire y sean inhaladas por las personas o se adhieran a los cultivos. Este método puede ser efectivo si la concentración de amianto en el suelo es baja.

Eso sí, es imprescindible que este procedimiento sea llevado a cabo por profesionales para minimizar la liberación de partículas de asbesto durante el proceso.

Trasladar las huertas

Si la concentración de amianto en la tierra es alta, puede ser necesario trasladar las huertas a un lugar seguro.

Aunque esta opción puede requerir un gran esfuerzo, es la mejor alternativa para proteger la salud de los trabajadores y consumidores.

En este sentido es fundamental contar con una evaluación profesional para hacer una elección informada sobre cuándo se requiere esta medida.

Remediación del suelo

En algunos casos, es posible solventar la contaminación del suelo por el amianto. Este proceso implica la excavación y el tratamiento del suelo contaminado para eliminar o encerrar las fibras de asbesto. Es una opción costosa y laboriosa, pero puede ser necesaria en áreas de alta contaminación.

Dada la complejidad y los riesgos asociados a este proceso, debe ser realizado exclusivamente por expertos en la remoción de amianto.

Contratar a profesionales

En todos los casos, es fundamental obtener asesoramiento y ayuda profesional. La gestión de un material tan peligroso como el asbesto es un proceso delicado que requiere un alto grado de conocimiento y equipo de protección especializado.

Nosotros, como especialistas en la eliminación de amianto en Madrid, podemos ayudarte a evaluar la situación, determinar la mejor solución y llevar a cabo las acciones necesarias para proteger tu huerta.

Prevenir la contaminación futura

Finalmente, es importante tomar medidas para prevenir cualquier posibilidad de contaminación por amianto en un futuro.

Esto incluye seguir buenas prácticas agrícolas, como minimizar la erosión del suelo y controlar los residuos, así como estar informado sobre las fuentes de asbesto en tu área y cómo gestionarlas de manera segura.

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